Están en todas partes, y viven en el planeta desde mucho antes que el ser humano comenzara siquiera a existir. Son el primer eslabón de la cadena trófica, e incluso les debemos el oxígeno de la atmósfera primordial, que cambió para siempre la vida en la Tierra. A pesar de ello, apenas las estamos volteando a ver para considerarlas un pilar vital en el desarrollo tecnológico para la sostenibilidad. Pero ¿qué es lo que pueden hacer por nosotros/as?
Básicamente cualquier cosa. Y es que las microalgas son organismos unicelulares que realizan fotosíntesis (como las plantas). La diferencia con ellas es que este tipo de algas tan sólo miden entre 2 a 100 µm. A pesar de su tamaño tan pequeño, tienen grandes ventajas a comparación de las plantas, debido a que pueden reproducirse con gran rapidez, no necesitan tierras cultivables para su desarrollo, e incluso algunas pueden crecer y nutrirse dentro de estanques de aguas residuales, transformando los nutrientes del medio en biomasa algal.
En este sentido, la biomasa algal puede convertirse en una gran variedad de productos, ya sea en cosmética, alimentos, pigmentos, acuicultura, biofertilizantes, biocombustibles y muchos más. Todo dependerá de la imaginación y visión de quien trabaje con ellas.
¿Cómo logran tener tantas aplicaciones? Es una característica muy distintiva de las microalgas, ya que una sola especie puede cambiar su composición proximal (es decir, el porcentaje que tiene de proteínas, lípidos y carbohidratos) con tan sólo modificar sus condiciones de crecimiento. Claro que hay especies que son capaces de producir más o menos de un determinado macronutriente de interés, pero es posible modificarla más y lograr una mayor eficiencia en el proceso.
Una de estas aplicaciones que ha cobrado gran interés es el uso de las microalgas para producir biocombustibles, como el biodiésel. Químicamente el biodiésel es el resultado de una transesterificación, en donde algunas clases de lípidos reaccionan con alcohol en presencia de calor y un ácido y una base, para producir ésteres metílicos de ácidos grasos, el resultado final.
El problema con el biodiésel actual estriba en que los lípidos que se utilizan son mayoritariamente provenientes de la soya o el maíz. Al ser productos alimenticios, pueden llegar a generar competencia por las tierras de cultivo y tener un efecto negativo en la seguridad alimentaria de las personas. Además, el uso excesivo de fertilizantes y de agua lo hacen mucho menos sostenible de lo que aparenta.
Aquí es donde entra lo atractivo de las microalgas, ya que no solamente superan los obstáculos que la soya o el maíz presentan (debido a su rápido crecimiento y nula necesidad de tierras cultivables), sino que se plantea que, de poder lograr un biodiésel lo suficientemente asequible, se podría tener un combustible con emisiones cero, gracias a su capacidad de absorber el dióxido de carbono para fijarlo en su biomasa.
Actualmente se siguen realizando investigaciones para lograrlo. ¿Los retos siguientes? Encontrar formas más sostenibles y económicamente factibles para llevarlo a escala industrial. Hasta el momento, la creatividad humana no ha parado, y aún se siguen encontrando más formas para lograrlo. Quién diría que las microalgas podrían ayudarnos a transformar el mundo (de nuevo).
Referencias
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Takeshita, T., Ota, S., Yamazaki, T., Hirata, A., & Zachleder, V. (2014). Starch and lipid accumulation in eight strains of six Chlorella species under comparatively high light intensity and aeration culture conditions. Bioresource Technology, 158, 127–134. https://doi.org/10.1016/j.biortech.2014.01.135
Fundadora de Mi primer día como científica
Queeee interesanteeeee, felicidades!